LA BÚSQUEDA INFRUCTUOSA
En la tienda del Lord Bretoniano la tensión era palpable; ninguno de los presentes estaba dispuesto a ceder.
Sir Galawy observo los rostros de uno en uno.
A su derecha, sentada en un pequeño taburete de madera; Lady Brienne miraba con gesto hosco al caballero que tenia justo enfrente. Galawy había visto miradas más amiglables en los ojos de algunos de sus enemigos.
El objetivo de tan venenosa mirada hacia como si no se diese cuenta de la ira de la hechicera. Alto, con una melena rubia que caía por debajo de sus hombros sobre la dorada armadura, su rostro mantenía la sonrisa permanente de quien no se toma en serio la mayoría de las cosas.
Sir Looster era el más elevado de los caballeros de la fuerza de refuerzo que había llegado a lomos de pegasos desde Fuerte Torwood hacia dos noches. La noticia de los refuerzos, traída entrelazada en las patas del milano que habián visto a la llegada a las cercanías de la estructura denominada diente del Kraken, le nombraba capitán del destacamento de refuerzo por gracia de su Majestad. El resto de los refuerzos se preveía alcanzasen el campamento Bretoniano al día siguiente.
Por último Galahad, jugueteaba con una daga corta haciendo muescas en un trozo de madera a medio tallar con semblante meditabundo.
- La realidad, mi señora, es que tenemos ciudades que recuperar en esta parte del mundo y los avances en descubrir la localización del Grial por vuestra parte están siendo demasiado escasos.- Era Sir Looster el que hablaba, continuando con la conversación.
- ¿¡Creeís acaso que el sagrado cáliz se presentará a la primera ocasión ante nosotros!?- Contesto Lady Brienne enfurecida. Girándose a Galawy e ignorando al caballero pegaso dijo: - Mi señor, debo continuar orando y pidiendo guia en las cercanías del monolito, es la única manera.-
Galawy miro un momento a Galahad; y este, interpretando la muda pregunta añadió - Los hombres están nerviosos. Dejamos vivir a los orcos y su amenaza pesa sobre ellos.-
- Pero no podemos...- Quiso responder la damisela, pero la mano de Galawy detuvo sus palabras. El señor Bretoniano había tomado una decisión.
Levantandose se dirigió al mapa desplegado sobre la mesa y señalo una población cercana a su posición actual. - Sir Looster, uno de tus caballeros permanecerá aquí y se hará cargo de los guerreros que lleguen para que mantengan esta guarnición. El resto marcharemos sobre Dunkhill para recuperar provisiones y establecer una base desde la que peinar los campos en busca de los orcos.-
- Eso dividirá nuestras fuerzas, mi señor, y tras la última batalla...- Objeto el portaestandarte.
- Será sólo temporal. Mi señora, le ofrezco tres lunas más para obtener algún resultado; pasado ese tiempo nos reuniremos en Dunkhill y pensaremos en nuestro próximo paso. El tiempo se acaba y aun no tenemos ni una pista de nuestra búsqueda.- Miro de hito en hito a los presentes por si existía alguna otra objeción antes de dar por concluida la reunión.- Partiremos al amanecer.
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Los habitantes de Dunkhill observaron recelosos el paso de los caballeros bretonianos por la calle principal.
Galahad mantenía el estandarte de su señor en alto mientras sus hombres apartaban a los aldeanos en su camino hacia la que parecía era la casa del alcalde; una pequeña estructura de piedra, que en tiempos debía haber sido algún tipo de torreón construido con el objeto de guarecer a los aldeanos cuando algún enemigo amenazaba la ciudad.
Ahora el edificio había perdido la parte superior, reconstruida con maderas, y presentaba un estado deplorable, no muy distinto del del resto de la ciudad.
una pequeña muralla de largas estacas rodeaba el conjunto de pequeñas chozas y huertos que conformaban Dunkhill.
En la puerta de la torre le esperaba un anciano que vestía una túnica marrón muy desgastada pero de buena manufactura; seguramente un recuerdo olvidado del la familia del caballero menor que posiblemente gobernaba aquel lugar en tiempos en que Bretonia defendia estas tierras.
- Saludos, señor; mi nombre es Sir Galahad de Gwineth; enviado de mi señor, Lord Galawy para informaron de que vuestras tierras no deben temer más por enemigo alguno, puesto que de nuevo estáis bajo la protección de Bretonia.-
A Galahad no le gusto el gesto obsequioso con el que le miro el anciano, como si el hombre creyese que le hablaba una especie de bufón y lo que acabase de decirle no fuese más que una tontería.
- Ah, si, si...Bretonia de nuevo, claro...- El anciano empezó a frotarse las sebosas manos produciendo una extraña repugnancia en el caballero.- Pasad, pasad...tendréis ocasión de demostrar vuestro arrojo y vuestro compromiso con Dunkhill...- El hombre paro de hablar mientras se daba la vuelta hacia la puerta de la torre y tragaba saliva de forma ruidosa.
Tras unos momentos los ojos del caballero se acostumbraron a la penumbra y pudieron discernir el poco mobiliario de la habitación que ocupaba toda la planta baja. Una gran mesa de madera medio podrida dominaba la estancia rodeada de sillas en igual deterioro; además de dos grandes armarios apoyados en una de las paredes y una chimenea, ahora casi apagada, eran todo el contenido de la misma.
- ¿Por que lo decís, señor?- Pregunto el caballero mientras se sentaba en la silla que parecía menos estropeada.
El anciano le miro como si Galahad le hubiese escupido con su gesto. Pero en un momento pareció recordar algo y se dirigió hacia uno de los armarios del que extrajo un par de vasos bastante sucios y un pellejo del que volcó algún tipo de liquido en los vasos.
Ofreciéndole uno de los vasos al caballero se sentó.- Si, si...claro...tendría sentido. - pareció reflexionar consigo mismo antes de contestar. - Orcos, al norte, se dirigen hacia aquí..aunque parecen desorganizados...Debéis detenerlos...- Pareció acabar la frase mientras bebía.
- Será mi señor quien decida tal cosa, señor; pero puede estar seguro de que defenderemos esta ciudad pues ahora le pertenece.- Contesto entre dientes Galahad mientras se levantaba sin tocar el vaso y salia al exterior.
- Si, si...por supuesto...y a ellos también...- Le pareció que murmuraba la caballero mientras salia.
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La linea de jinetes se mantenía en silencio excepto por el relinchar de los caballos y el resonar de las corazas y los arreos.
Tras la pequeña elevación se escuchaba el cargar de los trebuchet ocultos tras la muralla de estacas.
- Los orcos se aproximan, mi señor.- Informo Sir Cultor resaltando lo evidente.
La marea verde avanzaba ruidosamente hacia las murallas de la ciudad, a espaldas de los caballeros, de una forma desorganizada y caótica. En el centro de la misma un enorme jabalí cargaba con un caudillo orco que Galawy reconoció como aquel al que se habían enfrentado en la ciénaga una semana antes.
El enorme orco negro parecía herido de algún combate reciente. Presentaba un escudo completamente abollado y casi partido al medio de arriba a abajo.
- Trebuchet y arco.- Ordeno Galawy.
-¡¡TREBUCHET!!¡¡ARCOS!!- Grito Sir Atlas a su izquierda. Pocos segundos después el sonido de las maderas y cuerdas de las maquinas de guerra bretonianas precedió a impacto de dos enormes bloques de piedra en la linea orca.
Las primera cayó sobre un grupo de goblins nocturnos que montaban unas vistosas arañas gigantes. Ni siquiera la velocidad de tales criaturas evito que la mayor parte de la unidad saliese despedida tras el impacto, muriendo en el proceso.
El segundo proyectil se desvió de su objetivo impactando en el flanco de la unidad de orcos negros que rodeaban al caudillo orco, aplastando a varios de los pieles verdes.
Una lluvia de flechas lanzadas desde detrás de la linea de los jinetes siguió al impacto de las enormes piedras aumentando aun más la confusión.
Los orcos se detuvieron momentaneamente perplejos por el repentino ataque.
- ¡¡CARGAD!!- Grito galawy al tiempo que espoleaba su caballo. Un segundo después la unidad de Galahad a su flanco izquierdo siguió su ejemplo avanzando con las lanzas en ristre.
Antes de que pudiesen recuperarse de las bajas provocadas por los proyectiles bretonianos la muralla de escudos y lanzas golpeo la linea orca abriendo enormes brechas en las desorganizadas formaciones.
En cuanto soltó la lanza incrustada en un piel verde, Galahad desenvaino la espada buscando al caudillo orco. El tamaño del jefe orco le hacia destacar sobre sus camaradas y no fue difícil de encontrar. Con un grito Galahad se lanzo sobre Kragg saltando sobre dos guerreros orcos que trataban de impedirle el paso.
Kragg alzo su hacha para deteniendo el primer golpe del caballero, pero la enorme fuerza del caballo y el jinete desde lo alto hizo que cayese del jabalí de guerra que se lanzo sobre un caballero cercano ensartándole en uno de sus enormes cuernos. Mientras tanto Galahad descendió del caballo y ataco repetidamente al orco tirado en el suelo.
Kragg estaba débil tras su lucha con Kratos y la reciente herida se abrió y comenzó a sangrar. Poco a poco la fuerza empezó a abandonar al caudillo. Con un gesto desesperado lanzo el enorme hacha a la cabeza de Galahad golpeándole el hombro y arrancándole la coraza del brazo. Pero dicha victoria fue efímera. El caballero bretoniano no se arredo ante el golpe y con un giro cerceno la cabeza de Kragg, que fue a parar a pocos metros del cuerpo.
El caudillo orco aun tuvo tiempo de parpadear un par de veces antes de que su cerebro registrase el hecho de su muerte.
Los pocos orcos supervivientes empezaron a huir despavoridos tras la muerte de su jefe, siendo alcanzados por los bretonianos y aniquilados.
Sir Galawy evaluó rápidamente las bajas mientras dejaba que los jinetes más jóvenes se encargasen de dar alcance a las últimas fuerzas orcas. La victoria había sido rápida, aunque no sin coste. Varios de sus jinetes yacían gravemente heridos en el campo de batalla, pero a pesar de ello el señor bretoniano estaba satisfecho de su éxito.
Galahad se le acerco mientras se agarraba el hombro herido.
- Ha sido una buena batalla, mi señor. Una victoria para vos.-
Galawy asintio.- Ahora volvamos al pueblo y tendré unas palabras con ese alcalde tan extraño que me has comentado, Galahad.-
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